Ideas locas para el nuevo sindicalismo


Hace no demasiado hemos tenido una huelga general en España y con ella, como casi siempre, un debate sobre si la misma ha sido un éxito o un fracaso. En este asunto se acaban utilizando metodologías de todo tipo, que llevan a que cada uno interprete los datos de una manera distinta. Uno entiende la necesidad de poder hacer valoraciones inmediatas de algo como una convocatoria de huelga general, pero también se obvia lo que es realmente importante. El seguimiento de una huelga no es lo que determina finalmente su éxito, aunque sea requisito casi imprescindible. Las huelgas se ganan o no dependiendo de la capacidad de hacer cambiar de opinión de las personas contra las que se protesta. Así que aunque la huelga general hubiera tenido el 100% del seguimiento y la hubiera secundado hasta Rajoy, si éste no cambia su acción la huelga es un fracaso. Creo que no hace falta entonces decir qué creo que ha pasado con las dos últimas huelgas generales en España.

Dicho esto desde hace mucho tiempo y cada vez más, el papel de los sindicatos como representantes de los trabajadores está puesto en entredicho. Bueno, hoy todo está en entredicho y como tal la acción del sindicalismo español es cuestionada por unos y defendida por otros. Pero para mi gusto creo que estas organizaciones están más cuestionadas que nunca. Al hilo de esto hay algo que últimamente he escuchado y leído con cierta frecuencia y es que los sindicatos «no son del siglo XXI«. El problema es que aún no sabemos muy bien qué es eso con exactitud, si que se abran cuentas en Pinterest o algo así. Pero que a una organización le diga que tiene que modernizarse, por ejemplo, una condesa-funcionaria es algo bastante curioso.

Así que, ¿cómo cambiamos el actual modelo sindical? Pues mi primera propuesta es meramente formal. Siempre me he hecho una pregunta sobre los líderes sindicales, ¿por qué gritan? No somos sordos, tienen amplificado el sonido y parecen siempre muy enfadados. Esto son unos 30 segundos de Toxo donde se ilustra muy bien lo que comento:

¡Ostias tú!, no me grites que te escucho perfectamente. Así que primera tarea para los sindicalistas y su modernización. No griten, les escuchamos perfectamente, por lo tanto no es necesario pegar voces y que parezca que le han tirado un plato de sopa caliente encima.

Aparte de esta pequeña broma o no tanta broma, sin duda hay un debate sobre todo lo relativo a los sindicatos. Parece que los sindicatos cada vez tienen menos apoyo de la población, ¿cuáles son los motivos de esto? En esta entrada no voy a tratar asuntos relativos con su acción cotidiana, sus casos de corrupción o mala acción, su ideología u otras. Trataré vagamente el asunto de la representatividad de estas instituciones y mi opinión sobre el por qué de la puesta en duda de la misma en los últimos años. Como he dicho antes, sin hablar de lo mal o bien que lo hizo en un ERE determinado o de que los sindicatos mayoritarios sean de una ideología que no cuadre con cierto sector de la población.

El principal problema y al mismo tiempo la principal fortaleza de sindicalismo en España nace de la legislación. La Constitución a través de su artículo 28 no lo especifica, así que es a través de la Ley Orgánica de Libertad Sindical, del Título III donde podemos comprobar que los sindicatos nos representan a los trabajadores, nos guste o no nos guste su actuación. Por eso esos dos señores que siempre salen en la tele le representan a usted, porque son los líderes de los sindicatos con mayor representación del país. Esto como dije los hace imprescindibles pues todo aspecto de la vida laboral de los trabajadores en España está bajo su poder de negociación y decisión. A su vez esta situación entronca con dos de las figuras más controvertidas del sindicalismo: las subvenciones y los liberados.

Independientemente de que estos dos aspectos puedan tener un efecto domesticador sobre unas organizaciones que supuestamente deben defender el interés del trabajador, el motivo de su existencia no es ese. A los sindicatos no les dan dinero para que se callen y no protesten, argumento bastante utilizado. Otra cosa no, pero de protestar y rajar los sindicatos no tienen rival, es su mayor dedicación a nivel público. Por ello el representante sindical y en concreto el liberado existe porque debe realizar esa representación para todos, tanto los que le votaron como los que no, los que estén afiliados o no. Luego nos encontramos con esos señores gordos con barbas que reparten una vez al año un folleto y que siempre faltan los viernes. Pero si existe esta figura es porque se supone debe representar a todos y debería tener bastante trabajo. Nos puede gustar o no su existencia y podemos juzgar su actuación particular, pero la idea es esa: se supone que debe trabajar por todos.

Igualmente ocurre con las subvenciones. Simplificando hasta el absurdo existen dos tipos de subvenciones a sindicatos: las que reciben porque hacen algo por alguien y las que reciben porque hacen algo por todos. Éstas últimas son las relacionadas con la representatividad. Esto contesta a una de las preguntas clásicas del anti-sindicalista ¿Por qué a los sindicatos los financio con mis impuestos? Pues porque son los sindicatos quienes acuerdan tus condiciones de trabajo, te guste o no te guste. Si en tu empresa os suben el sueldo u os dan un día más de vacaciones es generalmente porque lo ha conseguido el gordo con barba liberado. Y por eso se les financia.

Puestos estos antecedentes en casi 1000 palabras debo decir que la principal causa por la que tenemos tasas de afiliación bajas respecto a otros países y los sindicatos son mirados como algo ajeno es precisamente su representatividad por cojones. El hecho de que estés afiliado o no lo estés no hace que te beneficies o seas perjudicado de manera muy notable en tus condiciones de trabajo. Vas a cobrar lo mismo, trabajarás las mismas horas y disfrutarás de casi los mismos beneficios pagues cuota o no, votes en las elecciones a delegados de tu curro o no. Esto configura el escenario perfecto para crear una clase trabajadora acomodada que no tiene el mayor interés por participar en las organizaciones sindicales ni en atender mucho a su acción. Si por ejemplo los sindicatos consiguen con la Patronal un acuerdo salarial, la mayoría lo descalificarán porque no defienden a los trabajadores, las subvenciones y bla, bla, bla… Pero preguntémonos si en un país que este año alcanzará el 25% de desempleo la inmensa mayoría de personas que criticaran tal acuerdo serían capaces de conseguir mejores condiciones por sí mismos. Se ha creado un conjunto de trabajadores acostumbrados a delegar la fijación de sus condiciones de trabajo en unas organizaciones y a criticarlas si hacen una cosa o su contraria. Y de este problema nace esta loca propuesta para el nuevo sindicalismo.

Esto consiste en romper ese principio de representatividad universal que los sindicatos ejercen sobre las condiciones de los trabajadores. En resumen, que los acuerdos que tomen los sindicatos sólamente afecten a los trabajadores que religiosamente paguen su cuota. Si queremos que los sindicatos se financien con las cuotas de sus afiliados, seguramente lo justo sea que sólo aquellos que lo hagan disfruten o sufran de las consecuencias. Esto sí o sí respecto a negociación con la empresa y condiciones de los trabajadores públicos. Como cabrían dudas sobre su legalidad esto no se aplicaría a nivel de negociación política, por ejemplo a nivel de posibles reformas del Estatuto de los Trabajadores. De hecho esto casi siempre está pasando. Así cuando el o los sindicatos de tu trabajo firman unas mejores o peores condiciones de trabajo se te aplicarían sólo si eres afiliado. Si no estás afiliado estarás en un régimen de condiciones básico y genérico, en el que las mejoras las tendrás que conseguir tú sólo por tu cuenta. Esto evidentemente modificaría los dos aspectos polémicos sobre la representatividad que antes nombraba: horas de representación y subvenciones. Todo esto desactivaría buena parte de las críticas que se hacen a los sindicatos y produciría seguramente un efecto no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Probablemente a corto plazo tendría un efecto negativo pero a largo reforzaría a los sindicatos, haciéndolos seguramente más necesarios de lo que son en la actualidad.

Esta es mi reflexión y mi propuesta loca, pues no es algo muy meditado ni firme sino que lo lanzo como un debate que se debe abordar. ¿Cuál debe ser el modelo de sindicato que debemos tener? ¿Qué consecuencias tendría mi propuesta? Si conseguimos pasar del sindicatos KK o sindicatos molan seguramente lleguemos a mejor situación que si dejamos el debate en manos de los líderes actuales o de la funcionaria-liberal.

¿Y a usted qué le parece?

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10 respuestas a Ideas locas para el nuevo sindicalismo

  1. José Luis dijo:

    La idea en sí parece buena aunque no se adapta a priori mucho a mi forma de pensar. Pero antes de aplicarla habría creo que trabajar en algunos aspectos:
    1. Cuotas progresivas, exenciones o aplazamientos de cuotas o algo así. De tal manera que si mis circunstancias personales no me permiten pagar un año (o N) las cuotas no supongan automáticamente la pérdida de mis derechos o el no acceder a las mejoras conseguidas ese año.
    2. El mayor problema que le veo es que los sindicatos serían más fuertes cuando toda va bien (hay más trabajadores y por tanto más cuotas) que cuando van mal las cosas (menos trabajadores y con menor capacidad de pago). Habría que idear algún sistema que exigiese a los sindicatos tener una ‘reserva’ de masa económica que se deba llenar más cuanto más trabajadores haya, utilizándose para cubrir el mínimo cuando este no se alcanza sólo con las cuotas.
    3. Se podría llegar a un ‘forzado’ social a afiliarse, existiendo centros de trabajo en los que si no te afilias se te haga el vacío.
    4. Justo lo contrario del anterior. En muchas empresas se ‘forzaría’ amablemente a los trabajadores a no pagar las cuotas sindicales. Puesto que para acceder a las condiciones negociadas el sindicato debería comunicar a la empresa a qué trabajadores afecta, les sería muy sencillo averiguar quiénes son. Con la legislación actual la empresa no sabe qué trabajadores se encuentran afiliados (salvo en aquellas empresas en que la aportación se pasa con la nómina) y, por tanto, a quiénes deben dirigir sus ‘recomendaciones’.

    Junto a estos inconvenientes sobre los que habría que debatir y buscar soluciones, hay, sin duda, algunos puntos positivos que ya has planteado:
    1. El reconocimiento social sería mayor.
    2. La fuerza sindical a medio/largo plazo sería mayor. Pero la implantación habría que hacerla de manera progresiva disminuyendo las subvenciones a medida que se pueda incrementar la masa económica. Hacerlo en tiempo de crisis sería cargarse a los sindicatos y luego no podrían recuperarse. Hay que hacerlos fuertes primero para que luego puedan ‘capear el temporal’.
    3. Deberán negociar más entre ellos para evitar tener empresas con distintas condiciones de trabajo (no sé si esto es positivo o negativo).

    Y quedan aún muchas más preguntas:
    – ¿Cómo se negociarían los convenios colectivos? ¿Desaparecerían?
    – ¿Cómo afecta la relación de los trabajadores con los sindicatos ante cambios de empresa?
    Con el nuevo modelo se pasaría de un sistema mayoritariamente global a otro empresarial, ya que a los trabajadores lo que les importará es que mejoren las condiciones en su empresa.
    – ¿No se segmentarían los sindicatos en función de quién paga, especialmente para sindicatos pequeños o que están en sectores o empresas muy puntuales?

    • Pedro dijo:

      Muy completa y pertinente respuesta.

      Cuando me refería al pago religioso de la cuota, en realidad me referería a la pertenencia al sindicato. El sistema de cuotas dependería del sindicato en cuestión. Podrían mantenerse la cobertura del convenio hasta su renovación. Tampoco sería muy útil que hubiera personas que se apuntaran y desaparecieran del sindicato sólo cuando toca firmar nuevo convenio.

      Respecto a la reserva de fondos eso también sería de gestión interna de la organización.

      Efectivamente, la idea es forzar a la gente a afiliarse. Con sus cosas buenas y mala. Se puede llegar a una situación parecida a la fórmula Rand canadiense: http://en.wikipedia.org/wiki/Rand_formula. También en países escandinavos tu cobro del seguro de desempleo se reduce mucho si no estás afiliado. Incluso creo que en Alemania es también obligatoria la afiliación si quieres negociación colectiva. Esto tampoco es un invento revolucionario, funciona en muchos países.

      Entre los puntos fuertes que detallas, puede perfectamente haber firmas colectivas de diversas organizaciones. De hecho debería ser lo habitual que el pacto fuera sindicatos-empresa.

      Los convenios seguirían siendo colectivos, pero para el colectivo que esté afiliado. También parece que la legislación va hacia la prevalencia de la fijación de condiciones laborales por empresas y menos por sector o territoriales.

      Son muchas preguntas las que aparecen, por eso es «loca» esta idea. Pero no es una novedad, estas cosas ya existen de diferentes maneras en diferentes países, y los resultados a efectos de afiliación son los que son. Pero esta propuesta va más dirigida a aquellos que piden la eliminación de financiación pública a los sindicatos.

  2. RBG dijo:

    Yo tambien creo que en varios países el convenio es para afiliados, y no es solo salario: en los convenios se negocian cosas tan importantes como aportaciones para pensiones complementarias, formación, sistemas de promoción….
    Habrá que pensar estas ideas locas. De todas formas, se hacen elecciones sindicales cada x tiempo en cada empresa. Y la gente vota, quiero decir que la participación es alta, ¿no?. Yo creo que esto les da más representatiidad Sujetar esto a la afiliación quizá estaría bien, pero hacen también cosas para los parados

    • RBG dijo:

      Perdón, el comentario no lo termine y se fue el dedito. Quería decir al final que la representatividad que tienen por elecciones sindicales me parece màs alta de la que se dice. No se mide solo por afiliación. Gracias por la paciencia

      • Pedro dijo:

        No era necesario disculparte 😉 Problemas del directo. Otro debate sobre la representatividad está en que muchos trabajadores no tienen opción de elegir a sus representantes, bien porque no pueden o bien porque el candidato es teledirigido. En una gran empresa o institución pública hay unas elecciones y por lo tanto se puede uno atener a consecuencia. Pero en cuánto baja el tamaño de la empresa el problema aumenta. Tampoco a la Patronal le hace mucha gracia eso de que los sindicatos tengan poder en las PYMES:

        http://elpais.com/diario/2010/07/07/madrid/1278501857_850215.html

        Habrá que ver, antes de hablar de otros países, cuáles son sus modelos. Decir que no queremos subvencionarlos como Alemania pero obviar la afiliación obligatoria sería incoherente. A no ser, como suele ocurrir, que el objetivo sea acabar con los sindicatos.

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  4. Jmig dijo:

    Hola, he leido esta interesante «loca» idea y por favor me podria trasladar esta idea a la esfera del sindicalismo en el Cuerpo Nacional de Policia. Gracias.

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