Políticas basadas en mis evidencias (I)


En muchas ocasiones habrán escuchado a los McGyvers de nuestro espectro mediático decirnos que debemos implantar «políticas basadas en la evidencia». Les llamo McGyvers, en honor al legendario personaje televisivo, porque en su versión personal o formando en stable son capaces de resolver cualquier problema gracias a su autoproclamada inteligencia y capacidad superior. ¿Necesitas acabar con el paro? Saben hacerlo. ¿Quieres hacer una reforma electoral? También saben hacerla. ¿Quieres acabar con la corrupción? Pues el mismo tío de antes también lo sabe. En un blog o en una columna periodística son capaces de solucionar nuestras vidas y todo lo hacen apelando a la «evidencia». Hay que hacer «políticas basadas en la evidencia» y ante este tipo de razonamientos es imposible resistirse, ¿quién puede oponerse a «la evidencia» o a «la razón»?

El problema es que este debate siempre lo plantean los que denominamos «científicos sociales», lo que ya de por sí te hace dudar de lo «científicos» que pueden sus planteamientos. De hecho no pocos académicos de estas ramas del conocimiento te reconocerán que lo suyo dista bastante de seguir los preceptos necesarios para cumplir con el método científico. La mayoría en cambio dirán que lo suyo es ciencia dura como Steven Seagal, bien por convencimiento o por autojustificación. Un ejemplo son los economistas, quienes luchan para ser reconocidos como científicos embadurnando su disciplina con matemáticas. Aunque como dijo Alfred Marshall:

He llegado a la conclusión de que la economía es un vano intento de narrar la psicología.

Un ejemplo lo veía hace unos días con el inefable JFV, en su habitual y respetuosa manera de tratar al discrepante. Lo mío es ciencia porque hago cuentas, mientras que los demás son tontos, vagos y sólo quieren llamar la atención haciendo pseudociencia (aunque también hagan cuentas como él).

JFV_ontherocks.jpg

Muchos de los economistas más prestigiosos del último siglo te podrán decir que además de matemáticas hay que tener en cuenta la historia, la sociología, la psicología… Lo que confirma que JFV debe ser uno de los cinco mejores economistas españoles (que estén vivos y no decrépitos), pero también uno de los cinco mayores gilipollas.

Pero no es de este eterno e irresoluble debate de lo que quería tratar, sino de otro efecto que puede producirse cuando apelamos a la llamada «evidencia»: llegar a la falacia de autoridad. Esto puede afectar a personas o a las posiciones que esgrimen. Por ejemplo es frecuente, engarzando con el caso que voy a comentar, escuchar que el «Luis Garicano político» mola mucho porque es catedrático en la LSE y por lo tanto siempre llevará razón. Lo cual no sólo es falaz porque ya se ha demostrado que se equivoca como todo el mundo, sino porque el área en la que este señor ha desarrollado su trabajo académico mayormente es el del Management u Organización de empresas. Así que en su función de político donde nos quiere arreglar el paro, la educación o la pobreza no deja de ser un cuñado que, al igual que cualquier otro humano como quien les escribe, toca de oídas. Por eso a mí más allá de que Garicano sea el sobrino-nieto de un ministro franquista y que apele a la meritocracia porque le dieron becas aunque luego resulten ser más oscuras que el sobaco de un grillo, no me preocupa su respetable trabajo como académico especialista en Management como su faceta de político con ganas de pillar cargo e influencia (propio o interpuesto a través de su doctorando).

Lo mismo estamos viviendo con una de las propuestas estrella de su partido, el famoso complemento salarial, que sale a escena en cada campaña electoral ahora que abundan, o en cada fallido pacto de gobierno en esos actos de figurinismo que tanto le gustan a la formación naranja. Si osas criticar la implantación de esta medida te vas a encontrar con dos respuestas: Lo propone uno que sabe y además…. ¡hay evidencia científica! Te intentarán dar en los morros con los famosos artículos que supuestamente demuestran que aplicar el famoso «complemento salarial» en España sería de lo más beneficioso. Véase el ejemplo:

GaricanoyEscolar.jpg

Ya veremos que Garicano hace honor al título del post y más allá de «sus evidencias», todo es «chorrada» (el Garicano pedante y censor es el auténtico) aunque otras evidencias puntualicen las suyas. Los defensores de esta medida siempre te dirigirán hacia «sus evidencias». Véase otro caso:

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Lo más divertido de esta posición es que todos aquellos que defienden esta medida lo hacen apelando a «evidencias empíricas» de estudios que miden su eficacia… ¡en los Estados Unidos! A lo sumo lo harán con el caso británico, esto no es extraño ya que el EITC (que es cómo se llama en USA el equivalente al CSA) se implantó en 1975 bajo la administración Nixon y por lo tanto es el caso más común de estudio. Los working tax credit británicos son de 2003 y el Jobbskatteavdraget sueco es del 2006. Nombro estos países porque son a los que apelan en C’s para vendernos la medida como lo más. Por lo que es normal que el grueso del trabajo de los estudiosos se haya centrado en el caso estadounidense. Pero hay un pequeño problema y es que esto es España.

Este argumento puede parecer el típico cuento «culturalista» que tanta alergia le produce a los fans de Acemoglu y Robinson con su «Por qué fracasan los países», pero en realidad es un argumento mucho más razonable y menos «culturalista» de lo que parece. Más allá de que, volviendo al tema de ciencia y economía, se pretendan obviar características históricas y sociales que definen a nuestra sociedad, no me canso de decir que el hecho de que una política pública funcione en un país, no quiere decir que ésta vaya a tener resultados análogos en otro. Y esto no es un tema exclusivo de lo que se llama «diseño» de dichas políticas. Éstas intervienen junto a otras políticas y por eso en este asunto el orden de los factores sí altera el producto. Un ejemplo chusco es el de aquellos que proponen el despido gratuito porque se hace en Estados Unidos o en Dinamarca (esto último además no es cierto), cuando eso mismo se aplica también en el Congo, Haití, Iraq o Rumanía, países a los que no tocaríamos ni con un palo.

Por eso sorprende que a la hora de defender una política pública que supuestamente sería muy beneficiosa para España y además hacerlo apelando a una especie de «superioridad intelectual demostrable», sean incapaces de mostrar un estudio que demuestre su impacto en nuestro país. Pero no se preocupen que no tardando demasiado think tanks tipo Fundación BBVA empezarán a publicar estudios al respecto. Pero resulta llamativo que una idea tan buena y que lleva 40 años de éxito en los sacrosantos Estados Unidos, no tenga ninguna «evidencia» que respalde su aplicación en España. Al menos que sea conocida por aquellos que más la defienden, ya que no las citan.

Vaya por delante que, al igual que me pasa con el famoso contrato único, no es que yo sea detractor del complemento salarial porque sí. Puede ser una buena idea, siempre que vaya acompañada de otras políticas necesarias para su buen fin. Pero como vamos a ver ni es el caso, porque la intencionalidad con la que Ciudadanos quiere implantar esta medida es precisamente contraria a esas otras políticas necesarias, ni buena parte de sus efectos positivos serían aplicables a la realidad de los «trabajadores pobres» de nuestro país.

Pero como la introducción se me ha ido un poco de madre, lo veremos después de la publicidad.

Edit 21/09: Hoy en ElConfidencial publican este artículo que viene al pelo.

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9 respuestas a Políticas basadas en mis evidencias (I)

  1. gallegorey dijo:

    Sólo un detalle: para mí todo esto es aplicable a los periodistas que hablan de todo sin tener ni idea de nada, y aplican el rodillo de sus miles de seguidores en Twitter, Facebook u otras redes sociales para tener razón aunque suelten una bobada detrás de otra. En este país sobran indigentes intelectuales y falta mucho silencio. Pero mucho.

  2. nayermaster dijo:

    A ver cuándo hermanamos los blojes.

  3. torque dijo:

    No podriamos considerar al PER como caso de estudio de los complementos salariales?

  4. karlggest dijo:

    Hola.

    De forma evidente, la limitación de la economía para ser considerada ciencia es la restricción a la experimentación (y más aún a la repetibilidad y la consiguiente evaluación por pares) que es inherente a cualquier sistema económico. Aunque lo cierto es que muchos de los conceptos propios de la teoría de sistemas pueden ser aplicados a la economía.

    Eso no quiere decir que la economía no deba de estar basada en evidencias. El problema de las evidencias es el de siempre y viene derivado de un axioma muy simple: con un conjunto de datos del tamaño suficiente, es posible demostrar cualquier cosa.

    Por supuesto, a esto podemos añadir el viejo adagio: si los hechos no se ajustan a su teoría, ¡deshágase de ellos».

    Sí, si a alguien le parece que estoy citando la «ley de Murphy», es cierto 🙂

    Salud!!

  5. Pingback: Políticas basadas en mis evidencias (II) | No me jodas que me incomodas

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