Ni es un comité, ni son expertos, ni elaboran políticas públicas


En estos tiempos de eufemismos, neo-lengua y rápidos movimientos de manos para despistar, ha llegado una nueva moda en la política española, en concreto para la reforma de políticas públicas. Son los famosos «comités de expertos» o «comités de sabios». Estos comités que hemos copiado de otros países y organismos, en nuestra querida España se utilizan como un parapeto a fin de justificar decisiones tomadas de antemano. Si le vamos a meter mano a la pensión del abuelo, cosa que Mariano y sus esbirros proclamaban como impensable, que parezca que es algo pensado por una mente científica superior. Y sobre esto conviene que algunos economistas que se proclaman sus «propuestas» bajo el argumento de su «superioridad científica», se lean lo último de sus muy queridos Acemoglu y Robinson. Fuera del laboratorio del profesor Bacterio el mundo es inhóspito.

Comisiones de expertos hemos tenido ya un par: para la reforma universitaria, a la que dediqué unas líneas sobre las relaciones entre sus «economistas», y para la reforma del sistema de pensiones. Pero en ambas se ha demostrado que ni es un comité, ni son expertos, ni están para elaborar políticas públicas.

Cuando digo que no es comité, miento ya que sí lo es, si lo entendemos como un grupo de personas encargadas de un asunto y que representan un colectivo. Pero ser representativos puede ir contra de su naturaleza de expertos. Aun así, ¿quién elige y cómo se ha elegido? ¿Son realmente representantes de la sociedad? ¿Unos señores nombrados por mayoritariamente por Rajoy, con artistas invitados nombrados por Rubalcaba y Toxo son representativos hoy en día?

Tampoco son expertos, de hecho estas comisiones están formadas mayoritariamente por gente tirando mediocre y como se les ha reprochado, procedentes de parte interesada en las consecuencias del veredicto. Por otra parte, llama poderosamente la atención formar un comité de sabios para que te hagan un informe sobre temas tan importantes como las pensiones o la Universidad, y que en panel no figure ni un sólo experto extranjero. Lo normal sería intentar atraer a los mejores expertos del mundo: sean españoles o extranjeros. Eso le daría el carácter de Excelencia que estamos buscando. Pero como no estamos buscando expertos sino a personas que justifiquen tropelías, ponemos un sindicalista, una bioquímica, uno que cobra de aseguradoras… y por supuesto algún elemento de FEDEA nunca falta. Porque ya saben amigos que a los de FEDEA nadie les hace caso y que ellos no hacen política, que no tienen nada que ver con partidos o con empresas, que pasaban despistados por allí y son muy independientes. Aquí no hay ermitaños que leen incunables, como decía cuando hablaba de los gobiernos tecnócratas italiano y griegos, son mismos cabrones de siempre.

El asunto del conflicto de interés también es digno de mención. En el caso del comité para la reforma de la pensiones se ha criticado mucho que la mayoría de expertos hayan estado a sueldo de bancos o aseguradoras. Hay que decir en su defensa, que era prácticamente imposible crear un panel en el que nadie o casi nadie haya cobrado nunca de un banco o aseguradora. A no ser que quisieras poner a un poligonero al mando, por supuesto. Muchos argumentan que si un Tony Hawk de la economía existe, una entidad financiera lo debe contratar para mejorar tu actividad. Pero para un banco lo interesante en su actividad es fichar un buen analista de riesgos que haga informes internos y no un bocachancla de la PENN que trolea en un blog. A no ser que lo que pretendas es hacer de lobbista. Y es aquí amigos, donde está el problema de que en un comité de sabios que trata sobre pensiones esté mayoritariamente formado por gente que ha estado en nómina de bancos y aseguradoras.

El lobbismo dentro de nuestras instituciones es algo público y  a la vez desconocido. Las entidades financieras han aprendido de las farmacéuticas, que han conseguido a base de talonario atraer a los médicos y científicos. Igual que las farmacéuticas organizan congresos o hacen regalos, las empresas y entidades organizan sus congresos, financian a investigadores o revistas y otras acciones que tienen por fin que el «mainstream» esté ocupado por aquellos que les interesan. Ya sabemos que Botín no se presenta vestido de Jaimito a dar un maletín con dinero e instrucciones para el investigador. Sabemos que ellos les eligen porque van a decir lo que ellos desean. El lobbismo es una acción que se complementa perfectamente con lo que se llama «captura del regulador» o «puerta giratoria«. Así la combinación de tener en nómina a los políticos y científicos convierte en muy factible la imposición de políticas determinadas. El lobbismo no es algo bueno ni malo en sí mismo, muchas plataformas ciudadanas adoptan esa forma y un lobby puede defender intereses justos o injustos. Lo que ocurre es que algunos la tienen más grande que otros y poderoso caballero es don dinero. Así el hecho inevitable de que muchos de los supuestos expertos que supuestamente deciden, hayan estado supuestamente a sueldo de una parte supuestamente interesada, se convierte en una situación inquietante.

Pero quizá lo peor de todo este asunto no era lo anterior. Nos quieren convencer de que todos estos supuestos sabios son los que van por delante y proponen, cuando parece que van por detrás. Es maravilloso que un tema tan peliagudo y discutido como el de los sistemas de pensiones se lo hayan cepillado en un mes. ¡Hasta han sacado una fórmula! Maravilloso, no han debido comer, ni dormir. O a lo mejor simplemente esto es un paripé, se seleccionan los miembros que dirán lo que queremos escuchar, cuidándonos de que siempre haya discrepancias y siempre siendo amplia minoría. A ver si encuentran similitudes entre esta propuesta sobre universidades y el informe de los expertos. Así en pensiones ya sabíamos de antemano que el objetivo consistía en justificar una rebaja importante en las mismas.

Esta nueva táctica gubernamental consiste en hacer como que sus medidas están avaladas por un cónclave de ermitaños salidos de una cueva para ilustrarnos. Pero no se representan más que a ellos mismos, ni la mayoría son los mejores, ni van a decidir absolutamente nada que ya esté decidido. Tampoco se entiende como algunos que se prestan a participar en la farsa, luego se arrepienten.

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Una respuesta a Ni es un comité, ni son expertos, ni elaboran políticas públicas

  1. La otra consecuencia de esta redistribución de las rentas a favor de las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo ha sido precisamente la bajada de ingresos a la Seguridad Social pues, al disminuir las rentas del trabajo, también disminuyen los ingresos a la Seguridad Social. Ahí está el problema que el ICE ignora. Las políticas neoliberales que se han estado aplicando en la Unión Europea (y en la Eurozona a partir del establecimiento del euro), con el énfasis puesto en la reducción de los salarios y del gasto público, junto con el desarrollo de políticas fiscales favorables a las rentas del capital, han sido los mayores ataques (y no hay otra manera de decirlo) que se han hecho a la Seguridad Social. Estas políticas de reducción salarial y de gasto público son resultado, en parte, de la enorme influencia del capital financiero (bancos y compañías de seguros) en la gobernanza de la eurozona y de los estados. Y ahora es el mismo capital financiero el que está culpabilizando al envejecimiento de la población de la crisis de la Seguridad Social. Y el Comité de Expertos, cuya composición condiciona sus conclusiones (9 de los 12 miembros son personas próximas a la banca y a las compañías de seguros), también enfatiza esta tesis, promoviendo como solución un enorme recorte de los beneficios sociales. La gran mayoría de los miembros del llamado Comité de Expertos son conocidos ideólogos del neoliberalismo que han mostrado su catastrofismo en sus escritos anteriores al ICE. En realidad, de expertos tienen poco. De portavoces del capital financiero, sin embargo, tienen mucho.

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